Estudiamos aquí las formas de lo monstruoso a partir de la dialéctica adorniana entre singularidad y totalidad, o entre individuo y sociedad administrada, desplegada en 'Dialéctica negativa' y en 'Teoría estética'. Pues el monstruo simboliza bajo el signo de la negatividad el desajuste entre sistema y singularidad. Muestra dialécticamente la barbarie de la civilización, en tanto que es aquello otro de lo que la sociedad administrada no es capaz de hacerse cargo: el monstruo es la barbarie positiva, aquello que destruye el orden establecido y ha de ser aniquilado - pero la sociedad administrada es la barbarie en negativo, el sistema que ha creado en su seno la posibilidad del monstruo que lo discute de raíz. Por ello cada monstruo expresa una distinta manera de barbarie del mecanismo del mundo, y es una crítica distinta de la vida reificada. En efecto, el fantasma, el vampiro, el hombre-lobo, el monstruo de Frankenstein, el robot, el ciborg o el zombi son aberra¬ciones dentro de la necesidad de la totalidad, para la cual suponen la amenaza de lo que no tiene sitio sin reconocerse en ellos como su imagen deformada. En la galería de monstruos podríamos encontrar una indicación de los temores del individuo con respecto a la sociedad en la que y de la que vive: la fascinación de lo siniestro se alimenta de la verdad que oculta