El subconsciente es como un foso, una barrera entre nuestras mentes, cuerpos y almas. Construido encima de una vida, nos aísla de los recuerdos y de las sensaciones que merodean nuestro pasado. Pero persiste en nuestro interior creándonos espectros que nos asustan sobre nuestro futuro y, en general, nos obliga a encerrarnos de una manera tan firme en nuestro castillo corporal que ni vemos ni olemos las flores que florecen en cada momento, ahora mismo, en la otra orilla. Los sistemas adivinatorios son herramientas para bajar el puente levadizo que separa nuestros cuerpos de nuestras almas, nuestra mente de nuestro corazón y nos animan a que eliminemos el cenagal hediondo que ahoga nuestras almas. La contemplación de la bola de cristal para efectuar el oráculo, es posiblemente uno de los métodos más antiguos y el único que ha permanecido con el paso de los tiempos. En si, el oráculo era un sistema empleado por los sacerdotes para hablar con los dioses y no hay civilización ni grupo étnico que no haya empleado algún método para adivinar su futuro. Hoy en día, aunque los científicos simulan despreciar estos métodos, realmente también emplean sistemas para deducir y evaluar los resultados futuros de sus experiencias. Esto se conoce como la ley de Causa y Efecto, por la cual toda acción u omisión actual tendrá una consecuencia futura, lo que nos lleva ya a un paso de la adivinación.