En La fauna, un hombre con los bolsillos llenos de animales y fieras legendarias es tentado por una solitaria empleada de banco. El autor también lo intentó con una cita amorosa en un hotel donde la piscina es lo más importante, con un niño encerrado en un autobús escolar junto a una oveja salvaje, una ley de Helmholtz más allá de la Física, dos mujeres que no hablan por distintos motivos, un pez pequeño que conoce desde su pecera a los peces grandes, una canario en una jaula cada vez más pequeña. Sin embargo, ninguno de los relatos de esta colección, escritos entre 1997 y 2015, ha logrado tener éxito. Aunque todos se escribían con ese deseo, tras cada uno de ellos se depositaba una menor esperanza. Al final, al autor no le quedó más remedio que aprender de la ubicua normalidad, sin aplausos ni vítores. Frutos de motivación tan dudosa, sería incomprensible que un lector con buen criterio emprendiese la ardua tarea de leer alguno de estos relatos. Será difícil averiguar si este hipotético o anómalo lector podría dar a valor a estos escritos.