El paradigma de una sociedad alternativa al capitalismo, materializado en el socialismo realmente existente, se ha derrumbado sin que todavía hayamos formulado un sustituto convincente que refleje la posibilidad y necesidad de construir un nuevo sistema socioeconómico sobre las bases del capitalismo actual y el Estado Social y democrático de Derecho. El capitalismo financiero y global muestra claros signos de agotamiento, incapaz de dar una respuesta aceptable y asumible para la mayoría de los trabajadores a los problemas que él mismo genera. El reformismo socialdemócrata (nuevo y viejo) se muestra incapaz de atender las demandas ciudadanas. La salida posible y urgente es la transformación socialista. En ese sentido, puede decirse que la suerte está echada, aunque el desenlace de la jugada permanezca aún en el aire. Porque los seres humanos somos tanto lanzadores de dados como los propios dados.