Mi abuela me contaba muchas historias, siempre diferentes, con una memoria prodigiosa; entretejiendo sus recuerdos enriquecidos con las anécdotas de mi madre; que fui narrando a mi hija desde su infancia. Ella me las recordó cuando yo las necesité, cuando no vi más que el horizonte que separaba mi presente de mi pasado. Así surgió este libro, con historias de cuatro generaciones marcadas por la historia de un país. En él estamos todos los que creímos verdaderamente en algo puro, sin máculas. En él están los que distorsionaron la retina de otros; pero su visión era nítida. Es un homenaje a los que se resisten a emigrar porque siguen depositando su esperanza en que su esfuerzo es lo que resultará en un futuro mejor. Es un homenaje a los que soltaron las velas, desplegaron las alas y siguen escalando la montaña de la vida para que sentados en una roca, no en la cima, se perfile el horizonte sin sufrir de vértigo. Tomando como base la historia de cinco mujeres cubanas, el tema de la emigración, sus conflictos internos y externos, se van hilando las anécdotas sin un esquema rígido cronológico. Sin embargo, los personajes secundarios son los protagonistas: el pueblo, el tren, lo inmaterial, lo que piensas y callas, lo que dices y no se escucha.